El mundial cambia la rutina hasta de aquellos que nunca suelen mirar un partido de fútbol. Aprovechar el tiempo para ir a la peluquería o incluso tomarse un taxi probablemente sean algunas de las cosas que se pueden ver impedidas durante los glorioso e intensos 90 minutos de fútbol.
Las calles presentan un escenario desierto, nada mejor como para los que están cansados de interminables embotellamientos, y un silencio profundo se rompe ante de cada grito de gol.
Pero aunque sea un lugar común, la frase “nada es para siempre” simplifica que el trabajo, el estudio y los quehaceres diarios – que no van a nuestro ritmo- inevitablemente se acumularon, y aunque cueste es hora de volver a la normalidad.
Después de la desilusión y asimilación del 4 a 0 que nos dejó afuera, debemos pensar que perder estaba dentro de las posibilidades y después de eso nuestra vida social que sigue ahí a la espera de que reaccionemos nos empieza a reclamar.
Cuesta y mucho, los beneficios de llegar tarde o escaparnos de nuestras obligaciones, la picada con amigos y la adrenalina que genera estaban haciéndose costumbre. Pero terminó, justo cuando a mí me empezaba a gustar.
Vos… ¿cómo te estas adaptando?
Por: Martina Garnero.
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