Todos queremos estar ahí. Es la fecha en que los integrantes de la patria futbolera quieren ver a Messi gambeteando a todos y dándole un pase a la red. Para gritar, emocionarse, y sentirse feliz al menos por un rato. Pero el Mundial Sudáfrica 2010 se vive día a día. No es sólo una pelota de fútbol. Es pasión, es comunicación, es negocio, también. Es identidad, compromiso, respeto y también violencia. Se vive en la calle pero también en los medios. Y mucho mas en las plataforma tecnológicas. La cátedra de Periodismo Deportivo de 4 año de la UAI Rosario te invita a participar, soñar a pensar juntos que significa un Mundial de Fútbol para nuestro país. El silbato acaba de sonar.

viernes, 25 de junio de 2010

¿Nuestra mejor virtud? - El no de una comparaciòn publicitaria

El término publicista ha caído en desuso, y pareciera hasta ofensivo definir a alguien con esta simple palabrita. Ahora, a estos seres de elevado ego, se los llama “creativos publicitarios”. Pretencioso título. Pero, lo cierto es que hay grandes creativos publicitarios en Argentina. Podría decirse que de lo mejor del mundo. Recuerdo a uno de ellos, director creativo de una empresa rosarina, declarando orgulloso y totalmente convencido que somos potencia mundial en dos cosas, y sólo dos cosas: “fútbol y publicidad”.
Puede ser que a algunos argentinos les provoque rechazo esta última frase, les suene como una hipérbole. Hay a quienes les cuesta creer que podamos ser buenos para algo. Desde esta visión, se critica severamente al país cuando se lo compara con otros, supuestamente más desarrollados, porque “el argentino” no está acostumbrado a reconocer las bondades del lugar donde vive. Con esa idea juega el spot de Young&Rubicam para TyC Sports, titulada “Argentinos” en algún arrebato de originalidad de nuestros geniales creativos publicitarios.
En ella somos testigos de conversaciones casuales en donde se debate nuestra falta de cultura frente a distintas situaciones cotidianas, contrastándola con la realidad de países europeos. Luego, la publicidad evoluciona, y se revierte la situación: aquellas cosas que nosotros consideramos como defectos, los europeos lo desestiman, porque lo único que interesa en este universo es la pasión futbolística. Así, finaliza un mensaje romántico, profundamente nacionalista, que nos insta a hinchar por aquello que nos enorgullece.
El mundial, para publicitarios y las empresas que los contratan, se transforma en la ocasión perfecta para revivir sentimientos apagados de nacionalismo, que no abundan en nuestros compatriotas. El fútbol se convierte en una causa nacional, pasando a ser el estandarte central de nuestra cultura, aunque sea por un mes. La publicidad muta hacia una suerte de maquinaria propagandística de un estado totalitario, copando cada valioso segundo de tandas publicitarias en donde la selección es nuestro ejército, y estamos en guerra. El nacionalismo extremo impone una cultura como hegemónica, la cultura futbolística, llena puntos en común con la maldita viveza criolla. Quien piense que esta no es la cultura nacional de la que deberíamos enorgullecernos corre el riesgo de transformarse automáticamente en un traidor a la patria.
Esta publicidad, de ser emitida en otro momento histórico, probablemente sería repudiada, o por lo menos, criticada. Pero los tiempos mundialistas se caracterizan por llevar todo hacia un piso mínimo de racionalidad. Al punto de llevarnos a pensar como patriótica una publicidad que pide que nos olvidemos del respeto por las reglas básicas de convivencia -no robar, tirar los papeles donde corresponde, o que los autos frenen cuando el peatón tiene paso-; y vivamos en un país en donde la pasión futbolística es nuestra mejor virtud.
Te invitamos a ver la publicidad en la nota de abajo.
Por: Ignacio Fosco.

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