Todos queremos estar ahí. Es la fecha en que los integrantes de la patria futbolera quieren ver a Messi gambeteando a todos y dándole un pase a la red. Para gritar, emocionarse, y sentirse feliz al menos por un rato. Pero el Mundial Sudáfrica 2010 se vive día a día. No es sólo una pelota de fútbol. Es pasión, es comunicación, es negocio, también. Es identidad, compromiso, respeto y también violencia. Se vive en la calle pero también en los medios. Y mucho mas en las plataforma tecnológicas. La cátedra de Periodismo Deportivo de 4 año de la UAI Rosario te invita a participar, soñar a pensar juntos que significa un Mundial de Fútbol para nuestro país. El silbato acaba de sonar.

miércoles, 16 de junio de 2010

Una fiesta para todas las edades


Es sábado 12 de junio. A las 10.30 de la mañana las dos están listas y ocupando su lugar frente al televisor. En media hora Argentina debuta en la Copa del Mundo contra Nigeria. Luján tiene 90 años y Guadalupe, apenas 8. Bisabuela y bisnieta. Ninguna de las dos conoce al rival y apenas saben de qué se trata el fútbol. Pero de algo están seguras: los argentinos entran en la contienda, y ellas, quieren estar ahí.


A las 11, el silbato del árbitro da comienzo al partido y los nervios de ambas les llegan hasta las puntas de los dedos.
Guadalupe no para de hablar…de cualquier cosa. Se ríe constantemente de los gritos y los comentarios de los demás, que se ponen realmente nerviosos y se inquietan con cada jugada. Y así se vuelve el blanco fácil de los retos de la parte futbolera de la familia. Para ella, el Mundial es una fiesta, y nada más. Le gusta que juegue Argentina y que gane. Pero de nada de eso depende su humor. Si el país sigue en camino al objetivo final o no, es algo que ella puede olvidar en muy pocas horas. Su emoción, que ahora la viste y la pinta celeste y blanco, dura los 90 minutos del partido. Después es historia.


Luján, en cambio, está más atenta. Ya vio a la Argentina campeona del mundo en dos oportunidades, y reconoce que la idea de repetir la hazaña la emociona de verdad. Sobre todo “a esta altura de su vida”. Del equipo y su juego no opina, por lo débil de su voz frente a los gritos del resto y porque, en realidad, de fútbol no entiende absolutamente nada. Pero sabe que tiene que prestar atención si le interesa participar de la monotemática mesa familiar del domingo mientras dure el Mundial. “Mirá este Maradona, cómo cambió”, comenta Luján, que conoce con más detalle que nadie la historia del director técnico, por simple acumulación de horas frente a la pantalla.


Al partido le quedan pocos minutos y Guadalupe ya se levantó tantas veces que debe haber perdido la mitad. Vio lo suficiente para responder las preguntas que su maestra le dejó de tarea. “Ganamos, somos los mejores”, es su conclusión. Luján, sin embargo, lo sufrió un poco más. “Ganamos pero justito, no tendríamos que sufrir tanto. Siempre tuvimos un buen equipo como para que nos vaya bien…y este Messi…”. Así cierra su primera experiencia en este “Sudáfrica 2010”.


No entienden las reglas del juego, ni siquiera las conocen. No les apasiona el deporte. No saben de jugadores ni de rivales. No comprenden si es primera ronda, cuartos o qué. Pero, por esas cosas inexplicables del “fenómeno Mundial”, a ninguna de las dos les es indiferente. Por un mes, sin que siquiera ellas puedan explicar por qué, cada vez que juegue Argentina sus vidas se detendrán por 90 minutos y volverán a empezar.



Por:Lucía Lalli.

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